miércoles, 28 de noviembre de 2018

Soledad.

La soledad es
un truco de magia que no sorprende a nadie,
un tren que no tiene paradas,
y una sonrisa de compromiso.
La soledad es
un lienzo blanco y olvidado,
los restos del café que nadie bebe
y la bombona que dura un mes.
La soledad es
la gaviota que no roza la ola,
el atardecer en el mar que no recordó a nadie
y la arena dejada en el fondo de un bolso.
La soledad es
la canción de la radio que no es cantada,
la flor tapada por el asfalto,
el amanecer que no despierta ciudades.
La soledad es
el dolor en las costillas,
las mariposas que no son bailarinas,
y las conchas olvidadas por los niños en las orillas.
La soledad es
una sombrilla que nadie persigue,
la arena sin huellas ni mensajes de amor.
La soledad es
el silencio que no se exige,
la cama vacía que no es provocada
y las puertas cerradas por obligación.
La soledad es
la jaula y la llave,
víctima y culpable,
luna y sol.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Me duele la boca.

Me duele la boca de estar en silencio.
De mirar mi reflejo en los charcos que ya no salto.
De ser ave de paso por la calle del "lo intento."

Me duele la boca de pensar en alto.
De darle abrazos a la preocupación de mi pecho.
De echarle la llave y guardarla con mimo bajo techo.

Me duele la boca de soñar mientras duermo.
De olvidar que un objetivo sin un plan es sólo un deseo.
De esconder las cenizas debajo del suelo.

Me duele la boca de querer en voz baja.
De callar la emoción por miedo a gastarla.
De sellar la ilusión por temor a la eterna carga.

Me duele la boca de tener los ojos secos.
De latir en superlativo sin atisbo de eco.
De escribir sin quererlo y querer no hacerlo.

Me duele la boca de estar en silencio.
De andar por la cuerda.
De callarme un "me quiero."

jueves, 22 de febrero de 2018

Tres recuerdos.

No recuerdo cómo fue.
No recuerdo por qué lo sé.
No recuerdo cómo te olvidé.
No recuerdo por qué me alejé.
......

Tengo tres recuerdos
debajo de la manga,
no hay remite en el sobre
ni viento de otoño dentro del buzón.

Encima de mi armario,
hay una caja que lleva tu nombre,
llena de arenas movedizas
que me roban el tiempo
que ya no está.

En mi cama unas sábanas sin olor
recuerdan al invierno del colchón,
y tengo sueños que grapan
las grietas de lava
del volcán que hay en mi pecho.

Cantan pájaros suicidas
en una garganta cualquiera
residente de aquella acera
que jamás fue nuestra.

Huyen las mariposas
de las copas de los árboles
porque hay cazadores
destrozando todo el bosque.

Ojos que no ven,
corazón que se muere.

Dedos que no agarran,
que se esconden cruzados
tras la espalda.

Encías dolidas,
extrañando la anestesia
del besar en las trincheras.

Margaritas deshojadas
por un tiempo en el que el amor era azar y no constancia.

Escenarios vacíos,
sin atrezo ni actores,
con guiones quemados
de dramas
y de comedias.

Noticias que volaron
sin palomas mensajeras,
sino por una triste tinta
detrás de un cristal.

Orquídeas marchitas,
clavadas en el cemento,
y polvo,
y ciudad sin silencio.

Sonrisas que aparecen,
al sacar esos recuerdos,
y lágrimas saladas
cuando lo entiendo