lunes, 20 de junio de 2016

La muerte de la Primavera.

Hoy el Invierno se muere de celos, porque la Primavera le ha quitado el puesto en la tasa de tristeza.
Y es que el hecho de que las estaciones equinocciales sean las que más precipitaciones traen, no significa que solo hablemos de la lluvia que cae del cielo.


Hoy empieza para mí un nuevo año y sé que no me voy a levantar ni con el pie izquierdo ni con el derecho, sino que me voy a caer de la cama y darme de bruces contra el suelo.
Hoy hace frío a más de 40 grados y por eso tiemblo.
Hoy no habrá canciones de bienvenida que relaten el dolor que produciría una hipotética ausencia. Hoy lo que habrá es eso, ausencia. Una ausencia real que se puede hasta palpar con la yema de los dedos.
Hoy las únicas velas que serán encendidas, son las que implican noches de insomnio. Y tampoco navegaré con ellas hacia otras costas, porque no hay barco en este naufragio, solo un cuerpo que flota a la deriva y no encuentra orilla.
Este año empezamos con flores muertas que susurran cerca de la mejilla, sin ningún amago de contar lunares allá por donde acarician. Porque no, hoy tampoco habrá caricias.
Hoy no hay llamadas sorpresas sin previos gritos de socorro.
Tampoco hay besos, tan poco hay te quieros, tampoco hay abrazos.
Este año he vuelto a nacer pero esta vez en brazos de una madre llamada Soledad, que nada tiene que ver con el primer día que vine al mundo.
Hoy he escrito con tinta invisible, y caía de mis ojos.
Hoy resalta la melancolía que provoca sólo ver la sombra de  aquel que realmente quieres cantándote una canción de cuna al oído.
Hoy resalta la nostalgia de tiempos mejores de los que ahora dudas poder repetir.
Hoy resalta la desaparición de cualquier celebración.
Hoy no hay apelativos cariñosos.
Hoy solo quedan los restos de una tarta que lleva grabado la palabra felicidad en mayúscula y de la que yo no he pegado bocado.
Hoy se muere la Primavera y, en lugar de nacer, yo me muero con ella.

domingo, 19 de junio de 2016

Por favor, quédate.

Hemos sepultado cientos de veces un ¨quédate" que duele detrás de unos labios que solo quieren morir en otra boca. 
Lo hemos hecho porque tenemos un miedo atroz a que nos digan "no" pese a que si no lo pedimos la respuesta sigue siendo la misma, pero tenemos la estúpida manía de preferir quedarnos con la duda, ahogarnos con ese "que hubiera pasado si..." que nos atraviesa la garganta de lado a lado. 
Nos hemos atado las manos con cuerdas hechas de palabras silenciadas, cuando lo que queríamos era darle marcha atrás a esas manecillas que cada vez parecen tener más prisa. 
Hemos armado mil soldados para luchar en la batalla que se libra en nuestro pecho cada vez que Cupido llama a la puerta, le hemos querido poner etiquetas a cada sentimiento, hemos sonreído al pasar las páginas del calendario...
Pero no somos capaces de decir "por favor, quédate."
No somos capaces de mostrar esa pequeña querencia, catalogada de debilidad.
No somos capaces, así que preferimos renunciar a la felicidad de esos "5 minutos más" que parecen nunca querer acabar. 


Ahora, yo debería rectificar, y decir "vuelve" porque es demasiado tarde para pedir que te quedes, para pedirte que estés a mi lado un rato más... toda la vida, quizá. 

Me duele el ser humano.

Hoy me duele el ser humano y lloro.
Me duele el ser humano porque no hay nada más atroz que querer matar lo que tanta vida da: amar. 
Me duele el ser humano porque no soy capaz de llamar persona a quien se atreve a disparar contra la libertad. 
Me duele el ser humano porque se cree con derecho a encerrar los sentimientos en jaulas de cristal,  a condenar las voces que liderarán las mejores revoluciones, las que llevan LA VOZ por bandera. 
Me duele el ser humano porque no entiende que el amor no sigue leyes, que el amor no tiene límites, pero que el límite del mundo es aquel en el que el amor no existe. 
Me duele el ser humano porque cree que tiene la estúpida autoridad de decidir a quién hay que amar. 
Atentan contra la intimidad de quien deja de lado el miedo implantado por esta despiadada sociedad, que nada y digo nada entiende de lo bonito que suena un pecho junto a otro pecho, que nada entiende del amor verdadero.
Me duele el ser humano porque es cruel y no basta con suplicar "para." 
Me duele el ser humano pero más os debería doler a vosotros,  todos aquellos que habéis venido a enfermar este mundo, a romper el instinto que la madre naturaleza nos da. 
Porque deberíais entender que aquí el problema lo tenéis vosotros, que los enfermizos sois vosotros, que los atados de pies y manos sois vosotros, que los infieles a la vida sois vosotros. 
El resto, los que sabemos que en el amor no importa la sexualidad, la economía, la raza, el genéro...todos esos, vemos en color. 
Pero vosotros, vivís en blanco y negro y os aseguro que no sabéis la belleza que os estáis perdiendo. 

miércoles, 8 de junio de 2016

Alguien como tú.

Te escribo con café entre las manos para decirte que echo de menos a alguien como tú. 
Alguien que me llame cuando esté en la calle para decir "me acordé de ti" y hacerme sonreír, 
Alguien que tenga la sinceridad por bandera y sólo diga cosas que sean verdaderas, que no mienta. 
Alguien que escriba poemas antes de irse a la cama porque sea su única manera de poder dormir.
Alguien a quien le guste la cerveza pero no la beba si después me va a besar a mí.
Alguien que le gane la guerra al sueño y hablemos hasta las 5 que es la hora del "nos tenemos que ir
Alguien que no me despierte con un beso, sino que prefiera verme dormir.
Alguien con quien convertir en costumbre hablar en las noches de luna llena. 
Alguien por el que los latidos parezcan convertidos en multiplicaciones de muchos dígitos. 
Alguien que a contraluz sea una obra de arte, y a oscuras brille con luz propia.
Alguien con la espalda llena de lunares, para pasar gran parte de la noche creando constelaciones.
Alguien que sólo me lea lo que escribe cuando sienta que se le va a salir del pecho.
Alguien que no me diga te quiero a no ser que le esté desgarrando por dentro.
Alguien que no hable si no tiene nada que decir, que comprenda que el silencio también puede ser igual de bello.
Alguien que me haga entender que la soledad también puede compartirse.
Alguien que sea energía y no motivo. 
Alguien que agarre pero que no asfixie. 
Alguien que me escriba cartas cada vez que quiera, con su letra. 
Alguien para que la vida nos sepa a poco porque no sea suficiente para vivir. 
Alguien que no se conforme, que no diga siempre sí, que entienda que el no puede ser el principio de grandes cosas, que se rebele ante mis directrices para hacerme pensar si son las correctas. 
Alguien así,
Que sea conmigo, pero no por mí.
Que esté conmigo, pero no porque si. 
Esta noche te escribo con una taza de café entre las manos, para decirte que echo de menos a alguien como tú porque no tengo cojones de decir que a quien extraño es a ti. 

martes, 7 de junio de 2016

Hoy me pregunto por qué. 
Estúpida y sabia pregunta que tantas velas nos ha hecho aguantar entre las manos durante una noche de insomnio. 
¿Por qué seguimos esperando ese mensaje?
¿Por qué tememos molestarle?
¿Por qué queremos seguir hablando con alguien que nos provoca miedo?
¿Por qué seguimos hablando si no nos sentimos cómodos? ¿Por educación? ¿No es acaso mentir algo deshonroso? 
¿Por qué mantenemos conversaciones banales que no llevan a ninguna parte? 
¿Por qué perdemos el tiempo que es lo único que no recuperaremos? 
¿Por qué nos callamos tantas veces lo que pensamos? 
¿Por qué tenemos miedo a ofender a alguien que nos está ofendiendo?
¿Por qué nos puede importar tanto alguien que nos hace daño?

¿Por qué malgastamos el tiempo en cosas que nos hacen sentir "como si..." si afuera hay mil que pueden ser y no solo parecer?
¿Por qué hacemos lo que hacemos si no es lo que queremos hacer?
¿Por qué no lo pensamos lo suficiente?
El tiempo es oro y estamos malgastando la única moneda que, si queremos, no nos pueden robar. 
Nunca he dejado de creer en nosotros.
En ese que pudo ser y no fue.
En ese que fue pero ya no es.
En ese ha sido que nunca más será.
Sigo creyendo en ese pronombre que me hacía sonreír con cada nuevo amanecer, como si el miedo no fuera suficiente para anclar mis pies. Como si nada pudiese parar este palpitar que me hacía avanzar, retumbar, soñar. 
Sigo creyendo en los kilómetros que me hacían estar cerca de ti. 
Sigo creyendo en todo lo que fui, en todo lo que fuiste, y en todos lo que ya no somos.
Pero a quién quiero engañar, para qué voy a mentir, las cosas son así, y comprendí que yo no podría hacerte feliz y que, sin ti, respiraba mejor. 

Una noche más.

A veces busco la manera de poder contarle a alguien qué eras, por eso escribo, aunque no encuentre nunca las palabras ni las pruebas suficientes para conseguir explicarte y descifrarte.. 
Sólo me queda un poco de restos de tu saliva en mis heridas y un puñado de ruinas. 
Eras el chico que se refugiaba detrás de unas gafas de sol, viendo la vida pasar, entre sorbos cortos de cerveza. 
Eras el chico que bailaba al compás de un continuo tic tac porque decías que el tiempo era tu moneda de cambio y que no corrían buenos tiempos para malgastarlo. 
puedo contar con los dedos de las manos las veces que te tuve entre ellas y, sin aún así, me diste motivos suficientes para sonreír durante 4 vidas más, que son las que me quedan desde que no estás.
Tenías la cara coloreadas de pecas y por eso yo acostumbraba a llamarte obra de arte. Porque la poesía se escondía en todos los puntos y seguidos de tu espalda, que parecía un campo de batalla. 
Yo no podía dejar de leerte en braille y recitarte, porque siempre he dicho que la belleza está para ser compartida. 
Tenías una puerta de emergencia entre los labios y por eso yo siempre acudía a ti en caso de desastre, como niña perdida, para que me cosieras las heridas con tus dientes, me besaras el vientre y me aseguraras estar viva, aunque fuera "una noche más."