miércoles, 3 de agosto de 2016

El camino es tuyo.

A lo mejor sólo se trata de eso, de caminar descalza, de no tenerle pánico al miedo, de no llevar siempre la coraza a cuestas y saber cuándo descansar.
A lo mejor sólo se trata de sentir el suelo donde pisas, de no tener tanta prisa por llegar a donde quieras llegar, de aprender que, durante el viaje, hay otros paisajes que tu vida pueden cambiar.
A lo mejor sólo se trata de asumir que las rosas, por muy hermosas, también son peligrosas, pues con las espinas te puedes pinchar, que también te hacen sangrar.
A lo mejor sólo se trata de aprende lecciones, de sólo volver a cometer los errores de los que el conocimiento suficiente no hayas podido sacar.
Decía Shakespeare que debemos cultivar nuestro propio jardín y decorar nuestra alma, en vez de esperar que alguien nos mande flores. Que la vida realmente vale la pena cuando tienes el valor de enfrentarla.
Y digo yo:
¿Quién quiere seguir una ley universal de supervivencia? ¿Quién quiere atarse a normas de tráfico en este sendero de viviendas?
¿Quién dijo que el camino era solo de vuelta?
¿Quién dijo que no se puede retroceder y tomar otra dirección, otro viento a favor?
A veces se avanza mucho más yendo hacia atrás, porque necesitamos coger impulso.
Es mejor dar la vuelta, explorar, observar, si no sabemos cómo continuar.
El camino es tuyo, ¿cómo, cuándo y cuánto quieres andar? 

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar."

lunes, 1 de agosto de 2016

Casi siempre, cuando dan las 4 de la mañana y aún no he conseguido conciliar el sueño, me acuerdo de su pelo. Y sueño que lo vuelvo a acariciar durante mil noches más.
A veces, le doy la espalda a la vida y la muy zorra me da una puñalada trapera que no duele pero desespera y me recuerda todo lo que pudo haber sido y por mi culpa no fue.
A veces me arrimo las velas a las costillas, para intentar derretir un pecho que no late y conseguir navegar lejos de todo este desastre.
Cuando recuerdo el movimiento de sus labios mientras me llamaba "chica huracán", se me abren los brazos a modo de alas y quiero ir a buscarle. Intento tentar a la suerte, pero siempre me dice que él no quiere verme.
Su voz estalla en mi mente, me llama ruina y yo me reconstruyo.
Me hago eterna durante un segundo.
El tiempo es infinito pero mi vida es un suspiro.
Y, aunque lo niegue, sigo esperando una perdida que venga con un mensaje que diga "nos vemos donde siempre, valiente."
Echo el ancla a la frase "el olvido es para los cobardes que no conocen el placer de un recuerdo."
Entonces me libero, alzo el vuelo y me voy lejos.

A veces, vivo.

A veces escribo por inercia, sin tener nada que decir.
Otras veces escribo por miedo a un silencio que jamás llega pero que parece estar por venir.
Escribo por temor a que reine otro ruido que no sea el de mi cabeza.
Escribo porque me he dado cuenta de que es la única forma de despertar a un corazón dormido y de tranquilizarle cuando está dolorido.
Escribo porque necesito desangrarme para poder recuperarme, porque leerme es una terapia de choque que me lleva hasta el filo del más temido precipicio: una realidad que no se ha ido. 
A veces escribo porque es la única forma de salvarme del naufragio en el mar de dudas. Porque es borrar la sensación de quedarme con la miel en los labios y la hiel en las manos.
Porque es como poner las cartas sobre la libreta sin dejar de guardarme una bajo la manga.
A veces escribo.
Otras, simplemente, sobrevivo.
Espero que entendáis lo que digo.