Me he ido y he vuelto tantas veces
que, a veces, creo que
no he venido ni me he ido,
nunca.
Me siento un ave de paso
pero el pecho me pide a gritos
que busque un nido.
Y he entendido
que tengo que convertir
este dolor superlativo
en la fuerza necesaria
para construir
ese sitio al que volver.
Que esta vez
hay que sacar las ganas
hasta de debajo de las piedras,
aunque me haya tropezado
miles de veces
con ellas.
Si algo he aprendido es que
del suelo no se pasa,
mientras estamos vivos.
Y lo único que podemos perder
es el intento
pero, así, no ganamos nada.
Hoy he vuelto,
y la energía que impulsa
toda mi maquinaria
es el dolor
y la rabia.
Hoy he vuelto,
porque tengo sueños, metas
y cientos de puñados de letras,
corriéndome por las venas.
Os pido perdón por toda la ausencia,
pero nunca antes el dolor llamó tan fuerte a mi puerta.
Hoy he vuelto,
porque quiero vivir
y no dejar ninguna promesa en el tintero.
He vuelto.
He vuelto.
He vuelto, como siempre, gracias a ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario